Gran parte del deterioro que sufrimos no es físico, sino mental. La Dra. Blackburn demostró en un estudio fascinante que las conexiones humanas, el cariño y el apoyo alargan los telómeros, esos pequeños protectores en los extremos de los cromosomas que influyen en nuestra longevidad. Los telómeros están en el extremo de los cromosomas. Cuando las células se dividen, los cromosomas tienen que dividirse. En este proceso, el telómero se adelgaza, pero debe seguir manteniendo la estructura tridimensional del ADN. Entonces entra en juego la enzima de la telomerasa, encargada de alargar el telómero y, por lo tanto, de prolongar la vida. Los niveles de telomerasa son más altos cuando las personas nos sentimos queridas, apoyadas y valoradas. No cabe duda de que una actitud positiva en la vida, saber gestionar el estrés y no sentirse solo ante la dificultad son elementos que favorecen la longevidad.
