Sus orígenes datan de 1969 con el libro Visual Thinking, escrito por el psicólogo y filósofo alemán Rudolf Arnheim. Fue uno de los pioneros en analizar el pensamiento visual. Según Arnheim, la inteligencia requiere de percepción y, dado que esta se genera de un modo visual, se puede afirmar que pensar visualmente es algo innato, ya que nuestro hemisferio derecho del cerebro trabaja de un modo espacial y visual: cuando somos pequeños tenemos que aprender a leer y escribir, pero sabemos dibujar con facilidad. Uno de los primeros canales de comunicación en la infancia es, precisamente, la realización de dibujos.
Según Dan Roam, «el pensamiento visual significa aprovechar la capacidad innata para descubrir ideas que de otro modo serían invisibles, desarrollarlas rápida e intuitivamente y luego compartirlas con otras personas de manera que puedan entenderlas de forma inmediata. No existe mejor forma de constatar que realmente sabemos algo que dibujándolo».
Potenciar y fomentar el pensamiento visual te ayudará, tanto si deseas aprender como compartir tu conocimiento, a transmitir tus ideas o resolver problemas. A través del pensamiento visual mejora tu capacidad de aprendizaje, divulgación y resolución de problemas
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