Con esta propuesta, parece que el alumno estará más cómodo. ¿Se busca que sea feliz?
Una vez escuché a un alumno decir: “Yo sé cuando aprendo porque me emociono”. Los alumnos, como los adultos, no se esfuerzan cuando no están motivados. Se puede estudiar por obligación, claro. Pero el objetivo no es conseguir que los alumnos se esfuercen sino conseguir que se motiven, y entonces se esforzarán.
El currículo exige un cambio en la manera de enseñar.
Ya hay docentes que lo hacen, solo que a base de coste personal, dedicando muchas más horas y a pesar del currículo actual y, en ocasiones, de las exigencias de la normativa. Hay que promover que se sumen más. Y dar recursos. ¿Habrá un sector reticente? Sin duda. Pero este currículo es posible, es positivo, está alineado internacionalmente…
Ante todo y por situarnos: ¿cuándo hablamos de personalización del aprendizaje, a qué nos referimos?
Nos estamos refiriendo a una serie de estrategias docentes que tienen como finalidad que todo lo que se aprende tenga un valor personal, tenga un sentido para el aprendiz. Que se incorpore a su identidad, a su vida, y que le ayude a entenderse mejor, a entender el mundo donde vive y a hacer proyectos de futuro.
Insiste en que es necesario que los alumnos dejen de ver la escuela y el instituto como un espacio alejado del resto del mundo donde viven. ¿Cree que los alumnos tienen sensación de que todo lo que se les explica en clase tiene muy poco que ver con su realidad cotidiana?
Sí. Todos los estudios que se han hecho en todo el mundo muestran que cada vez hay un sector más amplio de los estudiantes que sienten que hay una distancia abismal entre lo que hacen y aprenden en los centros educativos y lo que hacen y aprenden —y cómo lo hacen y cómo lo aprenden— fuera de estas instituciones. La clave es buscar estas conexiones y poder relacionar los aprendizajes de la escuela con sus ocupaciones, preocupaciones y actividades de la vida cotidiana.
Respecto al profesorado, ha comentado en alguna ocasión que el trabajo de los maestros nunca había tenido tanto sentido como ahora. ¿Por qué?
Desde hace unas décadas, y estos últimos años de una manera exponencial, se han multiplicado los contextos de actividad en los que las personas podemos aprender cosas. Alrededor de las tecnologías se han generado nuevos espacios que ofrecen oportunidades y recursos para aprender, fuera de las instituciones de educación formal. Ahora lo que hace falta es ir hacia un modelo de educación interconectada y distribuida, y eso lo deben hacer los profesionales de la educación. Somos los docentes los que podemos hacer este acompañamiento y ayudar al alumnado a maximizar el provecho de los recursos y oportunidades de aprendizaje, vengan de donde vengan. Por eso decimos que lo que se debe hacer es dejar de poner el foco en el aprendizaje escolar y ponerlo en las trayectorias de aprendizaje. De las que los aprendizajes escolares son una parte importante, pero no la única.
Hablemos ahora de su papel como asesor en la reforma educativa que prepara el Ministerio de Educación. La reforma quiere dar un enfoque más competencial al aprendizaje. ¿Qué significa aprender por competencias?
La idea es muy sencilla y al mismo tiempo es muy rompedora respecto a planteamientos tradicionales. Sencilla, porque lo que nos viene a decir es que aprendemos haciendo cosas, actuando sobre la realidad y transformándola. Se trata de tener la capacidad de hacer unas cosas determinadas, en un tipo determinado de situaciones, empleando los conocimientos necesarios para poder hacerlo. Y esas competencias no son competencias en el vacío, sino relativas a prácticas culturales y sociales. Una competencia siempre es mejorable y se puede activar en contextos diferentes.
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