La pandemia de la COVID-19 ha tenido un efecto dramático inmediato en la salud de la población mundial. Además, la salud mental se ha visto afectada por estresores físicos y psicológicos tanto en el caso de la población en general (no clínica) como en el de los afectados por la enfermedad, los trabajadores sanitarios y las poblaciones más vulnerables, como los mayores o los que padecen trastornos o enfermedades mentales.
Consecuentemente, la pandemia ha supuesto un reto para los fisioterapeutas especializados en salud mental, que deben responder en cada momento al incremento que la enfermedad ha provocado en las necesidades de salud de los individuos y de la sociedad, promoviendo la actividad física, la movilidad y la funcionalidad, así como el bienestar físico y mental. Además, la COVID-19 ha dado lugar a comportamientos y respuestas psicológicas negativas y a trastornos de salud mental, que deben resolverse lo antes posible, para evitar otros problemas de salud o dificultades adicionales a largo plazo. Y todo esto, sin olvidar atender las necesidades de salud de las personas con demencias o con graves trastornos de salud mental o enfermedades mentales.