lunes, 2 de enero de 2023

No es lo mismo “si estudias, sentirás orgullo” que “si no estudias, fracasarás”

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España es el país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) con la mayor tasa de repetición: 8,7 % frente al 1,9 % de media del resto de países. Si observamos la tasa de abandono escolar temprano, los datos no mejoran. En 2020 el porcentaje de personas entre 18 y 24 años que no seguía ningún tipo de formación fue del 16 %, seis puntos más que el resto de la Unión Europea.

Estos datos nos llevan a la siguiente pregunta: ¿cómo convencer a un estudiante para que se implique y se ponga las pilas?

Mensajes positivos y motivación de calidad

Por regla general, en todo docente existe el deseo de que sus estudiantes tengan éxito. Tanto en el plano profesional como en el personal. Para ello, en su día a día tratan de que tomen las mejores decisiones posibles aconsejándoles sobre cómo comportarse.

Por ejemplo, pueden emplear mensajes del tipo: “Si te esfuerzas, te darás cuenta de que esto es superinteresante” o pueden emplear mensajes como “si no te esfuerzas, vas a suspender esta asignatura”.

Los resultados obtenidos en nuestra investigación sugieren que los motivos que utilizan los docentes pueden ser más eficaces cuando resaltan los beneficios. Es decir, un estudiante puede tener una motivación de mayor calidad si se centra en lo que puede obtener a cambio de su conducta que si se centra en evitar algo malo. A su vez, esta mejora en la motivación mejoraría su rendimiento académico.

Hemos investigado cómo se distinguen los docentes según el tipo de mensaje que transmiten a sus estudiantes en el ámbito de la motivación. Aparecen tres tipos:

  1. Los que no emplean ningún mensaje.

  2. Los que emplean todo tipo de mensajes.

  3. Los que emplean mensajes que resaltan los beneficios y motivos más internos.

¿Qué consecuencias tiene para un estudiante tener un tipo de docente u otro? Los resultados señalan grandes diferencias. Así, tener un docente que se centre en los beneficios y que use razones internas conlleva:

  • Una mejor relación entre el docente y el alumnado.

  • Una mayor implicación y perseverancia en la consecución de metas.

  • Y, aún más importante, una mayor autoestima y vitalidad. Es decir, un mayor bienestar en clase.

Mejor algún mensaje que ninguno

¿Qué hay del resto de docentes? Pues tener un docente que trata de implicar al estudiante empleando razones externas y enfocándose en las consecuencias negativas es mejor que tener un docente que no usa ningún tipo de mensaje.

¿Por qué? Porque, de esta manera, los docentes, al menos, transmiten a sus estudiantes la idea de que realmente se preocupan y quieren lo mejor para ellos, aún no empleando los medios más adecuados para conseguirlo.

Por el contrario, aquellos docentes que sólo se dedican a la enseñanza de su materia sin pretender implicar a los estudiantes en ella conseguirán fomentar el desinterés, la desmotivación y la desvinculación de su alumnado.

Más que la suma de partes

Seguramente el lector de este artículo habrá visto alguna vez esas imágenes en las que, dependiendo de la perspectiva, se pueden observar un jarrón o dos caras. Este fenómeno describe que las personas no interpretamos las cosas como una suma de sus partes. Por el contrario, con esa suma elaboramos una imagen del todo que tiene un significado mucho más extenso.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos un estudiante que cuenta con un docente cuyos mensajes casi siempre resaltan los beneficios. Este principio explicaría cómo, en ese tipo de docentes, un mensaje más amenazante del tipo “si no estudias, vas a meterte en problemas”, utilizado con poca frecuencia, puede tener un impacto positivo. Los estudiantes, al no estar acostumbrados a este tipo de mensajes, pueden interpretarlos como una llamada de atención, entendiendo que el docente realmente quiere lo mejor para ellos y, por tanto, “poniéndoles las pilas”.

No se trata solo de usar estos mensajes en el aula, se trata de hacer que los estudiantes quieran escucharlos. Es decir, deberíamos convertirnos en relevantes para ellos. De esta forma, aumentaríamos las posibilidades de ser escuchados y, algo más complicado, de que nos hagan caso.

Hacen falta otras estrategias que acompañen a los mensajes (como por ejemplo, la empatíael humor o el entusiasmo).

NEUROEDUCACIÓN.

LINK: Teachers’ engaging messages: The role of perceived autonomy, competence and relatedness

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